Conforme nuestras ciudades van creciendo con el paso de
los años es irremediable que zonas y elementos originalmente periféricos se
encuentren sin quererlo en mitad de nuevos crecimientos o ensanches que alejan
los límites de la ciudad. Algunos de estos elementos se convierten en puntos de
nueva centralidad por su situación y/o singularidad. Éste es el caso de la
antigua colonia de Can Bertrand en Sant Feliu de Llobregat.
Los hermanos Manuel y Joan Miquel Bertrand fundaron la
empresa textil en 1862 y empezaron estampado telas de algodón con un par de
máquinas. La empresa creció rápidamente gracias a la producción de hilo y en
1914 llegaron a tener cerca de 400 telares. Ante el crecimiento de la fábrica
fue necesaria la construcción de viviendas para los trabajadores: las primeras,
casas en hilera de planta baja + 1 con jardín posterior, se construyeron en
1874 y hoy en día se conservan perfectamente y son conocidas como “les casetes
Bertrand”. En 1924 se llevó a cabo una actuación de mayor densidad, acorde a la
llegada masiva de inmigración obrera de principios de siglo XX: se construyeron
once bloques de planta baja + 4 unidos por una escalera exterior por cada dos
bloques. Los “Pisos Bertrand” fueron considerados un adelanto a su tiempo por
su estructura de hormigón armado y sus espacios de distribución abiertos.
Hasta hace pocos años la antigua fábrica se mostraba como
una ruina decrépita de algo que hace muchos años perdió su sentido, un vestigio
enquistado que impedía a la ciudad desenvolverse con libertad y colonizar
terrenos descuidados. Sin embargo era necesario valorar el papel de éste
elemento tan especial en la historia reciente de Sant Feliu. La solución tomada
por la administración fue la misma que en el caso de la antigua fábrica
Alchemika, vaciar el edificio para poder rehabitarlo.
En ambos casos se catalogó la “fachada característica” como elemento a
conservar y definitorio del nuevo edificio.