Todas
las ciudades, sean antiguas o nuevas, tienen una región considerada
su núcleo original, en la cual se encuentran sus primeras calles,
sus primeras plazas, sus primeros edificios. Suele llamarse centro
mismo que no sea central. Puede que en este centro ya no se vea
claramente lo que es viejo y lo que es actual, puede que la historia
ahí esté intacta, puede que ya haya sido borrada.
Los
núcleos de Barcelona y São Paulo, las ciudades aquí en cuestión,
son muy distintos entre sí y reflejan, como es de esperarse, su
historia. Uno remete a una ciudad fundada por romanos en 10 a.C
siguiendo a una lógica de formación ya aplicada en muchas otras
ciudades. El otro, a un pueblo planteado por jesuitas en misión de
catequizar a los indios en un continente recién descubierto, en
1554.
Los
dos, aunque sus fundaciones estén separadas por un milenio y medio
(!), tuvieron la misma razón para la elección de su primero local
de emplazamiento: facilidad de defensa. Barcino, como era antes
conocida Barcelona, fue fundada en el Mons Taber, pequeña elevación
con vista sobre todo el llano del mar. La Vila
de São Paulo de Piratininga, por su vez, fue emplazada en una colina
alta e plana entre los ríos Tietê,
Anhangabaú
e
Tamanduateí.
Como los ríos formaban una barrera natural a los posibles invasores
del pueblo, en São Paulo no fue necesaria la construcción de una
muralla como en Barcelona. Y eso hoy ya no se nota.
En
la carta actual de Barcelona, se mirada con atención, se le nota
claramente por donde pasaban las murallas y como era más o menos su
configuración original. Se perciben también los rastros del
Decumanus
maximus
y del Cardus
maximus,
las dos principales vías de una ciudad romana. Ya en São Paulo, como
no se hicieron murallas, no hay como haber vestigio de nada
semejante. O mejor, habría que haber indicio de los ríos pero
desafortunadamente no lo hay. Hubo una época allá en que se creía
que la mejor manera de tratar los ríos para que no oliesen o inundasen
la ciudad era taparlos, esconderlos. O sea, asé están hasta hoy, y
lo que antes fue motivo para la fundación de São Paulo, hoy está
olvidado. Muchos no saben que por ahí luego abajo de sus pies pasan
aguas...
Carta actual de Barcelona, por Joan Busquets |
Mapa actual de São Paulo, Google Earth (en rojo el triangulo original de la ciudad) |
Pero
no es solo cuestión de murallas y ríos Todo tiene que ver con la
manera con la cual se llevan las cosas. Y esa manera es muy distinta
en las dos ciudades consideradas. Como ciudad colonizada y de “tercer
mundo” São Paulo siempre tuvo a Europa como modelo, lo que hizo
con que en diversos momentos de su historia casi todo lo que
existiera fura derribado o dejado atrás a fin de modernizar la
ciudad. La mayoría de los edificios hoy emblemáticos del centro de
la ciudad son del finales del siglo XIX y principios del siglo XX,
época esta en que más se quería igualar a Europa. Más tarde,
cuando eran los Estados Unidos el modelo, mucho se destruyo para que
se construyesen los rasca-cielos tan importantes y símbolos de poder
en el momento. Así que, diferente de Barcelona, donde se percibe la atmósfera del pasado al caminar por las calles, en São Paulo es
mucho más difícil tener una referencia temporal clara durante los
paseos. Allá las distintas épocas se mezclan de una manera menos armónica que aquí.
Largo do Paissandú, São Paulo, Brasil: "todos" los tipos de edificaciones en un mesmo sitio. |
Sin
contar, claro, la situación actual de la vida por estas partes. En cuanto en Barcelona hay vida en las calles, en São Paulo el centro
es hoy la parte degradada de la ciudad en la cual las personas
trabajan pero nadie ahí vive - o lo que es peor, viven en la calle
misma. Sé que aquí no fue siempre así y que la Ciutat Vella ya
tuvo su fase de decadencia. El bueno es que con eso se puede tener la
esperanza de que el Centro Velho recupere su vitalidad.