Durante el curso hemos visto varios ejemplos de
rehabilitación de edificios históricos. En casos como La Seca (en Ciutat Vella)
o La Violeta (en Gràcia) tenemos dos casos ejemplares de adecuación de un
programa moderno a un edificio histórico catalogado.
Estos proyectos me interesan especialmente en la medida
en que consiguen rescatar el patrimonio olvidado de la ciudad. A mi modo de
ver, un edificio tiene valor cuando lo usamos, cuando lo vivimos. Por otro lado,
¿tiene el mismo valor un edificio nuevo que uno centenario? Al fin y al cabo en
una biblioteca sólo tenemos que leer, en un bar lo que importa es qué tomamos y
con quién, ¿qué importa si las paredes son de yeso o de piedra? Bien, a mí sí
que me importa porque un edificio no es una caja blanca, es un lugar. Y un lugar nuevo nos dice cosas,
pero un lugar viejo nos dice muchas más, y un lugar que está allí desde el
principio nos lo cuenta todo.
En este post os presento el proyecto de la Escola-Taller
Sant Miquel, del arquitecto Pepe Gascón. Se trata de una escuela de oficios
para jóvenes (16-20 años) con discapacidad psíquica leve.
Del edificio original se desconocen el autor y el año de
construcción, pero se cree que su aspecto modernista neomedieval proviene de
una intervención a principios del siglo XX (alrededor de 1915) del arquitecto
Bonaventura Conill (autor de la estación de ferrocarril Vallvidrera-Superior,
donde estuvimos en el recorrido por Collserola). En 2008 se rehabilitó su
fachada catalogada pero seguía sin tener ningún uso.
Este proyecto respeta la fachada en su totalidad y consigue
una macla entre los cuerpos viejo y nuevo amable con la memoria histórica del
edificio. Para dar cabida al nuevo programa es imprescindible un nuevo volumen
de forma triangular que se adapta a la geometría del solar y que se mantiene en
planta baja y sótano para minimizar el impacto sobre el edificio preexistente.