La experiencia de vivir, al menos por un tiempo corto, en una ciudad
me hace dar cuenta de las grandes diferencias de muchos aspectos de vida
entre niños que se crecen en una zona urbana y ellos que viven en una
zona diferente. Observando el área donde estos pequeños niños jugaban me
hice pensar en mi niñez, la mayoría de que pasé afuera en zonas con
mucha naturaleza, como las playas o campos montañosas. Se nota que en
Barcelona, aunque hay muchas parques grandes y áreas preservadas, no son
tan accesibles como en mi pueblo.
La sala donde juegan los niños era completamente insulso. Aunque
entendí que es dificil preservar las colores en una sala de niños
inquietos, me hace desgusto que ellos jueguen entre paredes
completamente sin color. No sé si eso es típico en zonas urbanas, pero
recuerdo que mi escuela de infancia de mi pueblo siempre era llena de
colores por cualquier parte. Además, el muro en la zona afuera también
era blanco, y me da la impresión de una oportunidad no aprovechada de
meter un poco de gusto en un edificio que parece una institución
desafectada que un escpacio de gusto e imaginación de niños.
Sin embargo, el hecho que la escuela esta diseñada de un modo
diferente a que yo era acostumbrado no significa que es inferior; creo
que se trata de preferencia. Vi progreso, aún: la escuela no tenía
césped, que exigiría tanto agua y no suena bien para planes urbanos de
conservar los recursos.